sábado, 26 de enero de 2013

Contradicciones















Regalarle mi cabeza
a  tus rodillas
y escuchar
— crijc chric crijc—
cómo crujes mis
piojos con tu escuadra.

Los días del escarabajo pelotero
vienen seguidos a menudo
de largas expediciones
en busca de bichos bola.

Regamos el tiempo
con moscas cojoneras,
orugas maniáticas,
y redes
atrapa mariposas.

Tanto nos da por quemarlo todo,
escupir fuego,
cortarle las trenzas a todas las princesas;
como decidimos
hacer arrugas juntos
en el último pliegue del día.

Por eso nunca sabes
si te encontrarás al cruzar la puerta
al cavernícola huraño
haciendo malabares con palabras,
naufragando en poesía
desde su sufrida cama ventosa.
A la abuela envuelta en mantas
que maldice el precio
de acelgas y aguacates.
O al bruto
con chupa de cuero
que te monta brutalmente
y te resopla en las espaldas.

Te da miedo encender la luz,
no tomarte la sopa,
ni comerte los guisantes.
Que venga el hombre del saco.
Que al final venga
el huérfano, el soñador,
cocainómano, marica y ruin.
Que de veras aparezca
aquel  caballero —con corcel y casco—
La herida humana dando vueltas en su ruedecilla,
el hámster, el máster
en sorpresas.
El hombre de tu vida.
Él.

No quieras entender
este viaje peligroso, esta dislexia emocional,
esta bulimia.

Si no quieres salvarte,
si es eso lo que decides
es bueno que sepas
que no puedo evitar amarte.
Si aún quieres viajar conmigo
súbete  
y abrázate a mi cuello.

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