jueves, 2 de mayo de 2013

La bestia de mar



Ya se sentía mejor y acababa de pisar la cubierta.
           El barco entero se paralizaba para seguir sus pasos.
           Las sospechas se convertían en apuestas.
          Era evidente que la tierra le mareaba, le revolvía las tripas, le hinchaba la cara, le secaba la garganta, le enfermaba. Decía que bajaba porque le esperaba un marinero en cada puerto. Entornaba los ojos con añoranza como si de veras fuera una criatura de la tierra.
          No se animaron a insinuarle nada. Lo comentaban, apenas, en un susurro. Atemorizados. Cuchicheando mientras enrollaban las cuerdas de amarre. Cada uno de los rudos marineros de manos ásperas y corazón severo. Decían que era un animal de mar, una bestia. Que enloquecías si la escuchabas cantar. Que sólo era una pirata maldita.
            Alguien vio su espalda repleta de escamas.
            Alguien la encontró borracha de mar.


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